París siempre en la consagración. Esta vez es el maestro Kosice quien en este momento y muy merecidamente muestra en el quinto piso del Centro Georges Pompidou, más precisamente en la sala número 37 dentro de la exposición global llamada Modernites Plurielles, 1905-1970, catorce obras espléndidas. Es la primera vez que la obra de un artista argentino se adueña casi por completo de una sala en el más que prestigioso y único Centro Pompidou, cuyo edificio diseñaron en los años 70 los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers.
Se sabe: el Pompidou cuenta con más de noventa mil obras en su patrimonio y mientras algunas se prestan, otras se restauran y otras se guardan, la capacidad de sus salas, aunque es grande, permite sólo mostrar una parte ínfima, dado el volumen de su acervo. En este caso, son mil obras las que forman esta exposición, curadurías que van cambiando cada dieciocho meses y donde cada conjunto elegido tiene una estudiada razón de ser.
Hoy es Francia quien le rinde homenaje al maestro, al gran artista plástico argentino y universal. Venido de su Hungría natal muy chico a Buenos Aires, a sus cuatro años de edad, con sus dos hermanos y su madre, nacido bajo el nombre de Ferdinand Falk (1924), se instala en nuestra Capital. Más tarde cambiará su nombre, el artístico, por el de Gyula Kosice. Kosice justamente es el nombre de la ciudad que lo vio nacer, hoy en territorio de Eslovaquia.
Desarrolló en la Argentina su vida artística. Vivió en París siete años, en el año 1948 fue reconocido allí internacionalmente, y hoy en 2013 vuelve para dejar definitivamente su obra instalada en el altar mayor del arte contemporáneo. Allí, entre sus obras, se muestra una maqueta de la “Ciudad hidroespacial” (1947), gigantesca metáfora, sueño de un mundo mejor, ideal, una cosmópolis sostenida en el aire por la energía generada por la fusión de las moléculas del agua, que sigue sorprendiendo al mundo.
En el grupo de aboras exhibidas están también “Royi” (1944-1965), su obra en madera articulada, en la que incorpora la movilidad; “Una Gota de agua acunada a toda velocidad” (1946-1948), realizada en plexiglás con agua móvil, su primera obra cinética, y “Arquitectura de agua móvil en una semiesfera” (1963), realizada en aluminio, plexiglás, agua, motor y madera.
De su obra “Gota de agua móvil”, el artista dice: “Es luminosa e hidráulica a la vez, con el agua en movimiento. Es una imagen que ha evolucionado con el tiempo”. En su interior, diferentes módulos, diferentes temas se han ido sucediendo; pero en su exterior es siempre la imagen de una gota de agua. Gota de agua, metáfora de ese mar que en la memoria del artista quedó siempre unida a su viaje de infancia; la misma que fue elegida como tapa del catálogo que acompaña a esta muestra. Emblemática, sello inconfundible de su producción.
Kosice es considerado en el plano internacional un precursor en la utilización de materiales nuevos como el neón y de elementos naturales como el agua.
Acompañado esto de su espíritu lúdico, y de su búsqueda incansable de la libertad. Artista prolífico si los hay, visionario, periodista, poeta, teórico, filósofo, forma parte de la vanguardia artística argentina del siglo veinte. Más de cinco décadas atrás, Kosice supo en París cultivar amistades de la talla de André Malraux, Jean Paul Sartre, Tristan Tzara, Sonia Delauney, Víctor Vasarely, Jean Arp, Jean Casou, Pierre Restany, Alberto Giacometti, sólo por nombrar un puñado de las personalidades vinculadas al arte y la cultura que frecuentó.
En simultáneo con la muestra en el Pompidou, otra, con veinte obras –todas cedidas para la ocasión por los coleccionistas Jean Cherqui y Evelyne Bissone Jeufroy– ha sido armada en la Embajada argentina de la Rue Cimarosa. Fue al día siguiente de su homenaje en el Pompidou que allí se le realizó una recepción de honor. Pocos artistas lograron este privilegio, el de recibir un homenaje en París, meca y símbolo de la historia del arte.