Un día cualquiera de primavera, en una calle soleada a eso de las cinco de la tarde las vi por vez primera.
Junto a la reja "azul Francia", trepaban obstinadamente los blancos paneles de hierro cuadriculados. Ellos que han sido puestos allí por el jardinero para guiarlas y sostenerlas, para que puedan crecer con disciplina...
Son cuatro rosales medianos, de diversos tonos, cada uno de diferente intensidad.
El primero que se descubre, tiene un color rojo profundo, el segundo es de un delicado rosa-coral, el tercero de color fuerte bordó y el cuarto del mismo tono que el primero,
También allí, junto a ellos, hay otros tres rosales, que son "rebeldes" pues no aceptan ninguna guía, crecen entonces como quieren o como pueden, porque es así, en la vida siempre se hace lo que se puede...
Dos de ellos, son también de color bordó y el otro mucho más "coqueto", es amarillo "té", se destaca por ser ¡tan elegante! británicamente victoriano, tan delicado, que merecería adornar los jardines del palacio de la reina Isabel II.
Desde la vereda de enfrente, en otra casa, la del condominio Nº 9 justo en su frente, se asoma tímidamente un pequeño rosal solitario, bello pero muy simple, casi de una belleza franciscana, tanto que solo se atreve a lucir un color rosado tenue, infantil. Claro que en estas tardes de primavera, se pone un poco más rojo ( creo que es de envidia) aunque le cuesta mucho admitirlo.
A mi me parece que es así ya que esto le sucede ahora, desde que descubrió a lo lejos a los otros rosales vecinos que crecen juntos, allí detrás de la reja azul Francia en Castel Franco.
Treviso 07-05-1 Ali C.G.Maveroff P.Peyrán.