En la actualidad, las profesiones nos llevan muchas veces a grandes confusiones.
Por la proximidad con el delincuente muchas veces los carceleros se asemejan a ellos.
Los policías luchan contra el delito y algunos de ellos se confunden y delinquen.
Los maestros tratan de enseñar a sus alumnos y otras veces sin pensarlo se vuelven categóricos y dogmáticos.
Algunos sacerdotes se confunden y juzgan en vez de tratar de amar al prójimo como a si mismos.
La mayoría de los médicos tan cercanos a la muerte, se toman atribuciones de no escuchar a los pacientes y de creerse los únicos capaces de hablar sobre temas de salud.
Estos graves vicios de profesión y muchos otros en diversas profesiones, son muestra de la ignorancia humana.
Siempre que abandonamos ingenuamente nuestra libertad por temor, aseidad, o por ignorancia le concedemos a otro el derecho de pensar, opinar y decidir por nosotros y no junto a nosotros.
Por eso nunca abandonemos la incomodidad de buscar la verdad que todo hombre libre tiene derecho a ejercer.