sábado, 2 de abril de 2011

Oido en el barcito de la calle Cramer.-



Ayer como todos los viernes y para cortar con la escuela, al mediodía fui a almorzar al barcito de Cramer, "Da Capo", así se llama.
Tengo esta costumbre, fiel a mi pensamiento: "no es bueno pertenecer a un solo lado ni estar en un solo sitio afincado y perderse de conocer otras opciones".
Como fui sola, otras veces me acompaña alguna otra maestra, me ubiqué en una mesa pequeña, junto a la ventana así pude disfrutar del paisaje, típico del barrio de Nuñez con sus casa bajas, pequeños negocios de barrio y los árboles grandes en las veredas.Como todos los días los niños iban con sus madres hacia la escuela 12 y otros adolescentes pasaban apurados vistiendo ropa deportiva. Supongo que los chicos iban a la clase de Educación Física al polideportivo y no querían llegar tarde por eso corrían.
El día era de otoño, bien porteño, de Buenos Aires, alegre, con mucho sol y se asemejaba más a un día de verano que a cualquier otra clases de día.
El dueño del bar, que hace al mismo tiempo de mozo (mesero), se acercó y me saludó con el buen modo de siempre, es un hombre joven y alegre.
Desde que abrió el bar su negocio ha ido "viento en popa" y creo que el éxito obtenido hasta ahora, se debe a tres cosas : primero a que su comida es muy buena, segundo los precios no son caros y tercero, pienso que lo más importante de todo, es que tiene un modo esplendido con todos los clientes.
Me he dedicado a observar como nos trata, distingue a las personas mayores que ya son habitué porque se sienten respetadas (hasta queridas), a las maestras también nos da un trato distinguido, tiene como clientes a varias mamás que van con sus pequeños hijos a comprar comida para llevar a sus casas, a estas señoras les ofrece un menú especial para sus niños y también recibe algunos oficinistas que van con sus notebook a almorzar o a tomar café y charlar entre ellos de sus negocios, para estos tiene WIFI.
Luego de mi almuerzo siempre acostumbro a tomar un café, en esto estaba ayer cuando escuché al dueño del bar haciéndole un breve comentario a un señor jubilado que creo va todos los días a almorzar.
El monólogo fue el siguiente:

"Sabés, hay una mujer,una mina,no la conozco mucho.Pero viene al bar seguido. Siempre la vi de "buena onda", nunca la vas a ver malhumorada. Vos sabés entra y dice siempre: " buen día a todos" y te cambia el día, la mina...¡Viste¡. Te hace un día feliz."

Ayer este muchacho, un pibe agradable y muy buena persona, me recordó que el amor junto con el buen modo y una sonrisa son tan poderosos que pueden alegrar el día de otra persona que este junto a vos.

Bs.As. 02-04-2011
Alu C.G.M.P.Peyrán

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