sábado, 2 de abril de 2011

Me gusta esta poesía.-

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida
ni trabajo injusto, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la hiel o la miel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel, o mieles sabrosas.
Cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno,
mas tu no me dijiste que mayo fuese eterno.
Hallé sin duda largas las noches de mis penas,
mas tu no prometiste tan solo noches buenas.
En cambio tuve algunas santamente serenas.
¡Amé, fui amado! ¡El sol acarició mi faz!
¡Vida, nada me debes!¡Vida, nada te debo!
¡Vida, estamos en paz!
Amado nervo

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