miércoles, 21 de marzo de 2012

Réquiem de madre

Aquí yace una pobre mujer que se murió de cansada.
En su vida no pudo tener jamás las manos cruzadas.
De este valle de trapo y jabón me voy como he venido,
sin más suerte que la obligación, más pago que el olvido.
Aleluya, me mudo a un hogar donde nada se vuelve a ensuciar.
Nadie me pedirá de comer en mi última morada,
no tendré que planchar ni coser como condenada.
Cantan ángeles alrededor de la eterna fregona
y le cambian el repasador por una corona.
No lloréis a esta pobre mujer porque se encamina
a un hogar donde no hay que barrer, donde no hay cocina.
Aleluya, esta pobre mujer bienaventurada ya no tiene más nada que hacer,
y ya no hace nada

María Elena Walsh

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