La he visto reír y cantar muchas veces allá en la esquina y en otros sitios.
Recuerdo que comenzó a correr temprano antes de que yo pudiera ser. Yo estaba en ella pero
siento que paso a mi lado a toda velocidad.
Ese día de otoño, cuando intente abrazarla el sol brillaba en Buenos Aires pero no pude más que
dejar caer una lágrima y resignarme.
El sol seguía brillando como brilla en el campo en la primavera, como lo hace en el río cuando
es verano, enérgico, regalaba su fuerza a las hojas tímidas de los árboles.
Comprendí entonces que paso corriendo como corren los niños en sus juegos.
Fue muy ágil como es el aire mas no pudimos detenerla solo sentimos que pasaba y
nosotros con ella, lo sabíamos era evidente pero nos costaba aceptarlo.
A su paso nos tocó el alma como hace la brisa cuando nos da en la cara.y fue una caricia
que nos hizo. Ahora que lo pienso creo que pasó y luego se perdió de vista al doblar la esquina.
Pasaron las horas y no regresó, con desgano y tristeza mas tarde caí en la cuenta que ya no volvería
a verla. Poco después solo tuve una certeza que fue y es mi pequeña alegría,
la que me da fuerzas para seguir viviendo, habíamos tenido la dicha de disfrutarla.
Ale,07-05-25
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