Se fue la lluvia y el campo parecería querer atesorar el agua en sus entrañas.
En las tierras bajas los charcos esperan mientras todo se seca.
Las hojas amarillas brillan con las pequeñas gotas sostenidas sobre sus nervaduras y así acrecientan su color.
El sol se cuela entre las ramas,
al tiempo que los paraísos buscan el cielo los sauces se inclinan afanosamente hacia la tierra.
Desde arriba animados por la luz del sol se asoman los pájaros y por fin se “dan el lujo” de volver a cantar.
Brillan las hojas, la luz se cuela, los pájaros
se asoman y cantan...
Ha vuelto el sonido de la vida y con ella también todo aquello que solo podemos expresar sin expresarlo, todo lo que resta es el silencio.
Ale Silea, 7-11-19
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