Las calles de Saavedra amarillas por el sol y las hojas del otoño pintando en el gris de la piedra Y el cielo que se presta gentil como fondo celeste. Nada mas bello que ver los rayos colándose entre las ramas de los árboles que en hilera erguidos lo permiten. Árboles que son añejos guerreros que han soportado al viento y a las lluvias, que han jugado a la guerra como soldados de plomo, entrando en batallas sin acaso esperarlo, sin tener ideales.
Estoicos habitantes de veredas vecinas, baldosas amarillas, calles adoquinadas, de tránsito muy ralo, de barrios somnolientos de ritmos pueblerinos que habitan impertérritos dentro de la gigante megaciudad que casi nunca sueña.
Ale, Buenos Aires, 29-05-19
No hay comentarios.:
Publicar un comentario