jueves, 4 de junio de 2015

Devoto.

Me gusta caminar por Devoto, pero no siempre
sus calles están despejadas para transitarlas.
Hay tardes sobre todo en invierno,
en que los árboles ocultan al sol y el paisaje 
se vuelve gris y frío.
Solo algún gato vagabundo  se atreve a recorrerlo.
Me gusta andar por sus baldosas, mirando sus jardines
recorriendo la plaza Arenales, buscando un sitio
para  contemplar tanta belleza.
Aunque hoy,  la mayoría de los transeúntes,
la hayan convertido en un gym y solo la recorran
para entrenarse, olvidando la estética  de su diseño, 
dejando de lado la dicha de recórrela lentamente y
el placer de la contemplación,
¿Que dirán esos arboles centenarios al verlos pasar 
entusiasmados mirando solo sus cronómetros ?
Ellos que fueron puestos para dar sombras y luces
para dar hermosura completando el paisaje.
¿Como lograran comprender del hombre sus afanes?
Solo las flores que en Buenos Aires están presentes aun
en invierno, logran con sus colores distraerlos por un instante,
Pero esto ocurre tan solo unos segundos pues los
"corredores  urbanos" no entienden nada mas que de
maratones ciudadanas realizadas sobre pisos de cemento,
no es para ellos la belleza solo la encuentran en el arduo
trabajo de vencerse a sí mismos en el entrenamiento.

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