De Francisco de Quevedo.
Si no temo perder lo que poseo,
ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mi el destrozo,
valdrá, cuando me elija actor o reo.
Ya su familia reformó el deseo;
no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.
Solo ya el no querer es lo que quiero;
prendas de la alma son las prendas mías;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.
A las promesas miro como a espías;
morir al paso de la edad espero;
pues me trajeron, llévenme los días.
Si no temo perder lo que poseo,
ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mi el destrozo,
valdrá, cuando me elija actor o reo.
Ya su familia reformó el deseo;
no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.
Solo ya el no querer es lo que quiero;
prendas de la alma son las prendas mías;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.
A las promesas miro como a espías;
morir al paso de la edad espero;
pues me trajeron, llévenme los días.
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