Eduardo lo veía todas las tardes cuando salía a poner las bolsas de basura en la calle, de lejos veía el carro que arrastraba Luis. Siempre a la misma hora, a las 19.30 con una puntualidad que le asombraba. Allí estaba de nuevo ese hombre, con su carro y sobre este la basura, residuos de papel y de cartones que juntaba por las calles...
Pero lo que más le preocupaba a Eduardo, era ver a ese niño tan pequeño, que acomodaba los cartones en el carro, no debía estar allí ¿por qué lo lleva?, se preguntaba Eduardo, apenado...
Muchos días antes de esa tarde, había pensado en hablarle al cartonero. Quería decirle que ese no era el lugar ni la tarea para un niño, aunque no se animaba por respeto.
Pero, dada su formación, Eduardo, había nacido y crecido en el interior de Argentina, en un pequeño pueblo de la Pampa, donde el trabajo era el esfuerzo diario y la satisfacción más duradera, era el pan que se comía y que se sabia bien ganado, haciendo lo correcto.
No comprendía entonces, como un padre podía darle a su hijo este ejemplo...
Pero cuando hay que hablar se habla, aunque cueste. Eduardo se animo y así lo hizo.
Esperó al cartonero que avanzaba lento, llevando el carro con cartones y por supuesto con su niño a cuestas.
"Disculpá le dijo, no se que me da verte, pues todas las tardes vos venís juntando los cartones, se ve que sos un hombre bueno. Pero traés también en el carro a tu pibe y eso no es bueno..."
Y se detuvo, dejó de hablar por un momento, como esperando a ver la reacción del cartonero, quien solo levantó la vista y escuchaba atento.
Tomó coraje y le siguió hablando: "Mirá yo creo que lo que haces no... no es bueno para el nene..."
Entonces Luis, que le escuchaba, le dijo dignamente: "Mire yo si pudiera haría otra cosa, pero oficio yo no tengo. Sabe desde que antes del "corralito", estoy así de mal, sin una "changa". Antes todos los días algo salía. Pero ahora no sale nada. Y de algo hay que vivir, menos robando..."
"Eso si, eso si que no lo haría, nunca, no robaría, lo juro por mi pibe, prefiero tenerlo aquí, juntando los cartones.
¡ Hay si yo hubiera sabido...¡ ¡hubiera guardado la mitad de lo que yo ganaba en la fabrica, cuando el peso valía como el dólar¡ .
Pero no lo sabia y "esos que si sabían", nada hablaron, no nos dijeron nada, que esto se acababa y que venia esta "malaria"..."
Y se lamentó de nuevo: "¡ De haber sabido, yo no estaría haciendo esto.¡"
"Claro", le dijo Eduardo,
"Ninguno se dio cuenta, nadie pensó, que la caída iba a ser tan fuerte, pero así son los bancos y estos políticos de m... a quien nada, ni nadie les importa.
Pero volviendo a lo primero, yo quiero ayudarte. Además de estar en esta portería del edificio, yo hago arreglos, vos entendés, algo de pintura, albañilería, en fin , ¿si vos querés te enseño?," le dejó picando esa propuesta.
Y luego agregó: "Esto lo hago por vos , pero primero, por tu hijo, no me parece a mi, que haciendo de cartonero ganes mucho, ni que para el nene sea un buen ejemplo. Además, lo mas probable es que con el tiempo te cansés y te aburras, dejés el cirujeo y luego a tu mujer y al chico..."
Luis, no lo podía creer , alguien desconocido, "de la calle", se había fijado en él y lo mejor es que le hablaba y le decía que quería ayudarlo.
Entonces Luis le dijo a Eduardo que si, quería aprender, así se pusieron de acuerdo.
Por más de un mes, Eduardo le enseño un oficio, lo llevo por las tardes a las casas donde hacia los arreglos. Le dio los materiales pinceles, lijas, enduido, todo lo necesario y lo hizo su ayudante, le pagó la comida y unos pocos pesos.
Así Luis, que estaba entusiasmado, como un niño con un pelota nueva para jugar al futbol, aprendió mucho, con mucho empeño.
Cuando Eduardo lo vio ya preparado, le consiguió algunos trabajitos por el barrio, pero Luis que fue muy buen alumno, se preocupó por conseguir trabajos por su casa en José C.Paz, en las afueras y le fue bien salió adelante.
Desde entonces no hay mes que no pase por la casa de Eduardo a saludarlo.
El mes pasado Eduardo tuvo un accidente, no muy grave, pero se rompió una pierna, Luis lo vio así enyesado, en casa cuando fue a visitarlo, no dijo nada, al día siguiente apareció de nuevo de visita pero trayéndole a Eduardo muchas cosas del supermercado.
Eduardo lo acepto para no contrariarlo, pero le explicó que estaba bien, que en la portería tenia licencia y que cobraba su trabajo de portero. No estaba pues, sin su sueldo, pero como el, Luis su amigo, le trajo esos víveres le aceptaba la mitad y agradecía su atención y su esfuerzo.-
Esto que hoy narro aquí, no es un cuento, ayer me lo contó Pilar, una amiga muy querida, me dijo que Eduardo, es el encargado de su departamento, del barrio de Belgrano donde vive y que esto ocurrió en Buenos Aires, luego de que la economía se cayera en el año 2001, cuando también cayó el gobierno y la Argentina estuvo otra vez, "al borde del abismo".
Yo agrego luego de saber esto, podrá caer la economía, pero con gente como Eduardo y como Luis, tarde o temprano, seguro que pese a todo, saldremos adelante.
Bs.As.11-02-12 AluC.G.M.P.Peyrán.-
Pero lo que más le preocupaba a Eduardo, era ver a ese niño tan pequeño, que acomodaba los cartones en el carro, no debía estar allí ¿por qué lo lleva?, se preguntaba Eduardo, apenado...
Muchos días antes de esa tarde, había pensado en hablarle al cartonero. Quería decirle que ese no era el lugar ni la tarea para un niño, aunque no se animaba por respeto.
Pero, dada su formación, Eduardo, había nacido y crecido en el interior de Argentina, en un pequeño pueblo de la Pampa, donde el trabajo era el esfuerzo diario y la satisfacción más duradera, era el pan que se comía y que se sabia bien ganado, haciendo lo correcto.
No comprendía entonces, como un padre podía darle a su hijo este ejemplo...
Pero cuando hay que hablar se habla, aunque cueste. Eduardo se animo y así lo hizo.
Esperó al cartonero que avanzaba lento, llevando el carro con cartones y por supuesto con su niño a cuestas.
"Disculpá le dijo, no se que me da verte, pues todas las tardes vos venís juntando los cartones, se ve que sos un hombre bueno. Pero traés también en el carro a tu pibe y eso no es bueno..."
Y se detuvo, dejó de hablar por un momento, como esperando a ver la reacción del cartonero, quien solo levantó la vista y escuchaba atento.
Tomó coraje y le siguió hablando: "Mirá yo creo que lo que haces no... no es bueno para el nene..."
Entonces Luis, que le escuchaba, le dijo dignamente: "Mire yo si pudiera haría otra cosa, pero oficio yo no tengo. Sabe desde que antes del "corralito", estoy así de mal, sin una "changa". Antes todos los días algo salía. Pero ahora no sale nada. Y de algo hay que vivir, menos robando..."
"Eso si, eso si que no lo haría, nunca, no robaría, lo juro por mi pibe, prefiero tenerlo aquí, juntando los cartones.
¡ Hay si yo hubiera sabido...¡ ¡hubiera guardado la mitad de lo que yo ganaba en la fabrica, cuando el peso valía como el dólar¡ .
Pero no lo sabia y "esos que si sabían", nada hablaron, no nos dijeron nada, que esto se acababa y que venia esta "malaria"..."
Y se lamentó de nuevo: "¡ De haber sabido, yo no estaría haciendo esto.¡"
"Claro", le dijo Eduardo,
"Ninguno se dio cuenta, nadie pensó, que la caída iba a ser tan fuerte, pero así son los bancos y estos políticos de m... a quien nada, ni nadie les importa.
Pero volviendo a lo primero, yo quiero ayudarte. Además de estar en esta portería del edificio, yo hago arreglos, vos entendés, algo de pintura, albañilería, en fin , ¿si vos querés te enseño?," le dejó picando esa propuesta.
Y luego agregó: "Esto lo hago por vos , pero primero, por tu hijo, no me parece a mi, que haciendo de cartonero ganes mucho, ni que para el nene sea un buen ejemplo. Además, lo mas probable es que con el tiempo te cansés y te aburras, dejés el cirujeo y luego a tu mujer y al chico..."
Luis, no lo podía creer , alguien desconocido, "de la calle", se había fijado en él y lo mejor es que le hablaba y le decía que quería ayudarlo.
Entonces Luis le dijo a Eduardo que si, quería aprender, así se pusieron de acuerdo.
Por más de un mes, Eduardo le enseño un oficio, lo llevo por las tardes a las casas donde hacia los arreglos. Le dio los materiales pinceles, lijas, enduido, todo lo necesario y lo hizo su ayudante, le pagó la comida y unos pocos pesos.
Así Luis, que estaba entusiasmado, como un niño con un pelota nueva para jugar al futbol, aprendió mucho, con mucho empeño.
Cuando Eduardo lo vio ya preparado, le consiguió algunos trabajitos por el barrio, pero Luis que fue muy buen alumno, se preocupó por conseguir trabajos por su casa en José C.Paz, en las afueras y le fue bien salió adelante.
Desde entonces no hay mes que no pase por la casa de Eduardo a saludarlo.
El mes pasado Eduardo tuvo un accidente, no muy grave, pero se rompió una pierna, Luis lo vio así enyesado, en casa cuando fue a visitarlo, no dijo nada, al día siguiente apareció de nuevo de visita pero trayéndole a Eduardo muchas cosas del supermercado.
Eduardo lo acepto para no contrariarlo, pero le explicó que estaba bien, que en la portería tenia licencia y que cobraba su trabajo de portero. No estaba pues, sin su sueldo, pero como el, Luis su amigo, le trajo esos víveres le aceptaba la mitad y agradecía su atención y su esfuerzo.-
Esto que hoy narro aquí, no es un cuento, ayer me lo contó Pilar, una amiga muy querida, me dijo que Eduardo, es el encargado de su departamento, del barrio de Belgrano donde vive y que esto ocurrió en Buenos Aires, luego de que la economía se cayera en el año 2001, cuando también cayó el gobierno y la Argentina estuvo otra vez, "al borde del abismo".
Yo agrego luego de saber esto, podrá caer la economía, pero con gente como Eduardo y como Luis, tarde o temprano, seguro que pese a todo, saldremos adelante.
Bs.As.11-02-12 AluC.G.M.P.Peyrán.-
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