Y si permitiésemos que el río
nos llevara fácilmente.
Si nos dejaramos abrazar
haciendo que la vida fluya.
Si así lo hiciéramos,
el río se haría cargo de nuestros cuerpos.
Y suavemente,
como si los estuviera acariciando,
los guiaría por su curso,
empujandolos ligeramente con su fuerza.
Para luego llevarlos hasta
las diferentes confluencias
en las fortuitas citas
que les propondría a cada instante.
Haríamos un rumbo,
acaso sin saberlo hasta la desembocadura
y cuando menos lo pensarámos
encontraríamos al mar sin gran esfuerzo.
Entonces, otra sería la vida pudiendo
divisar el horizonte.
Treviso, 24-04-14 Ali C.G.Maveroff P. Peyran.-
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